Los clientes reciben cada día múltiples ofertas para satisfacer sus necesidades, aumentando así su poder negociador; pueden acceder a una gran cantidad de información que les permite comparar las ofertas que reciben; exigen soluciones hechas a la medida de sus necesidades; y por último, están dispuestos a abandonar a sus proveedores de años si no se sienten plenamente satisfechos.
Si bien antes había que vender lo que se producía, hoy, por el contrario, es necesario producir lo que se vende. La economía dejó de estar dominada por el poder negociador de la oferta.